Photo: Lazaro Llanes

Photo: Lazaro Llanes

 
 

acerca de

Desde que era una niña, recuerdo siempre haberme sentido atraída por el baile. Era mi manera de expresar algo más profundo que las palabras que podía pronunciar a esa temprana edad. Me sentía tan conectada con el baile que pensé que eso era lo que quería hacer, ser una bailarina. No sabía si encajaba con los estándares promedio de una bailarina de ballet o de cualquier otro tipo de danza. Sabía que eso era lo que amaba y cuando empecé a preguntar por ahí, en algún momento, me dijeron que no era posible para mí porque tenía pies planos.

Debo haber tenido alrededor de siete u ocho años, y eso fue un momento crucial en mi infancia. Sabía que tenía esa necesidad de expresarme creativamente, y como la danza estaba descartada, me enfoqué en las artes plásticas y eso se convirtió en mi vida. Ahora soy una artista y tengo una vida como tal, con los proyectos de arte, las exposiciones, las obras, pero nunca dejé de bailar. ¿Por qué? Porque siempre ha sido la manera más rápida y más verdadera de expresarme y de conectar profundamente.

BAILANDO CON EL CORAZON

En todos esos años creciendo, seguí bailando, no por un objetivo en la vida, ni para los demás. Yo estaba bailando solo por mí, por el puro placer de mi corazón, y porque lo necesitaba para mantener el equilibrio en mi vida, para ayudarme a darle sentido al mundo que me rodeaba. Y bailé durante toda mi infancia hasta mi vida adulta. Siempre que bailaba, encontraba un tiempo en privado, lejos de todos los demás, y me sumergiría por completo en el proceso. A medida que mi relación con el baile se hizo más fuerte, empecé a darme cuenta de que siempre iba a estar en mi vida, de que en realidad eso era parte de quién soy. Una parte muy importante de mi ser. También me di cuenta de que la forma en que estaba bailando no se ajustaba a las normas o estándares de lo que se considera "bailar". No estaba bailando para lucir bonita ni para ser perfecta. Estaba bailando mi corazón y eso era todo lo que importaba.

En algún momento este deseo de poder bailar y tener un espacio seguro para hacerlo se convirtió en una verdadera preocupación para mí. Compartir el espacio con otras personas me hizo ser consciente de cómo me sentía acerca de mi amor por el baile, y de cuán abierta estaba a compartir algo tan privado con otras personas. Durante mi experiencia con el baile entraba en un espacio de pura creación y conexión interior que me era difícil "salir del clóset", como lo llamo ahora, y estar dispuesta a dejar que otros me vieran bailando. Siempre sentí que me vería muy extraña. Era tal mi preocupación que incluso me llegué a cuestionar cómo iba a vivir con alguien si no podía compartir esto con mi pareja. Esta "cosa" que hago, que tengo que hacer para mantenerme cuerda, centrada y conectada con mi verdadero ser.

Poco sabía en ese momento, a finales de mis 30s, que habían otras personas por ahí sintiendo una necesidad similar de bailar y dejarse ir en un ambiente seguro, libre de convencionalismos, prejuicios y ideas preconcebidas, pero sobre todo, que también sentían el deseo de conectarse profundamente a través de la danza.

DESCUBRIENDO EL CAMINO

Llegué a Miami en 2006 y después de tres años, en 2009, me enteré por primera vez del concepto de Movimiento Consciente. Esa experiencia me abrió los ojos y me cambió por completo. Hasta entonces, no sabía que había una "práctica", que habían muchos tipos diferentes de "modalidades", y además, que esto había estado sucediendo desde los años 70. Inevitablemente me encontré aprendiendo acerca de Gabrielle Roth y su legado del "camino de la danza", que resonó profundamente en mi corazón. Su sabiduría y presencia me hicieron comprender que quería expresar esto en mi vida, que quería experimentar lo que era el Movimiento Consciente.

Un año después de averiguar sobre esta gran maestra, asistí a una práctica local de movimiento consciente llamada "Prayerdanse" (sí, se escribe con "s"). Tan pronto como llegué al estupendo espacio abierto y mis pies tocaron el piso, vi a un grupo grande de personas bailando, totalmente ajeno a la mirada externa, completamente inmerso en el proceso, dejándose ir. !Estaba fascinada! Poco después me ví uniéndome al grupo, bailando, saltando de puro gozo y sintiendo lágrimas de alegría correr por mi rostro. ¡No lo podía creer! Había encontrado un contenedor, a una comunidad, a mis semejantes, pero ante todo había encontrado mi camino.

INICIACIONES EN LA DANZA

Así como hay cosas en la vida que en algún momento, de alguna manera, se alinean para que podamos vivir y expresar nuestra pasión, hubo una serie de eventos que me llevaron, primero, a asistir a tantas sesiones de movimiento consciente como me fueron posibles, y después, a ser una Maestra de Movimiento Consciente.

Tuve la oportunidad de entrenar con Toni Bergins, creadora de JourneyDance™, certificarme como aprendiz de su modalidad y luego enseñar localmente en un pequeño estudio de yoga. Seguí yendo a Prayerdanse y finalmente participé en el primer Programa de Formación de Maestros de esta hermosa modalidad creada por Rachel Levy. Esto me dio la oportunidad de profundizar mi práctica y la experiencia de sostener el espacio para grupos más grandes. En un par de ocasiones incluso pude guiar la práctica de Prayerdanse como maestra, lo cual me ayudó a tener más confianza en mi ofrenda de movimiento consciente y me hizo darme cuenta de lo importante que era para mí estar al servicio y compartir el potencial curativo de la danza. También tuve la maravillosa experiencia de asistir a varias sesiones y talleres de 5Rhythms dirigidos por Amber Ryan, quien es realmente una gran inspiración.

SIEMPRE AGRADECIDA

Quiero expresar mi más profunda gratitud a todos los maravillosos seres que he encontrado en el camino. A todos los que han sido parte de este hermoso descubrimiento y re-conexión con esa parte mística de mi cuerpo, de mi propio ser, que siempre ha sido parte de mi espíritu. Gracias a todas las madrinas de la danza que me iniciaron en este sendero. Gracias Rachel, Toni y Amber por toda su sabiduría; a todos los hermanos y hermanas que he conocido y me ayudaron a alinearme con mi propio camino, para poder crear mi propia ofrenda de danza, ahora que me embarco en la experiencia de compartir lo que he absorbido y aprendido de todos ellos.

 

PHOTO: MARK SALNER

PHOTO: MARK SALNER